Cargar video:

Triglicéridos altos: peso de riesgo y bienestar cardiovascular

Te has hecho análisis de sangre para un simple chequeo rutinario, o quizás porque te sientes cansado y fatigado todo el tiempo, o porque tienes sobrepeso y tu médico te ha prescrito un hemograma, para comprobar si todo es normal. Después de todo, la Pascua le trajo, junto con el huevo, algunas sorpresas desagradables: un hígado inflamado y unos kilos de más, y ahora... ¡la tortilla está hecha! Los resultados, negro sobre blanco, pueden mostrar valores de triglicéridos excesivamente altos (hipertrigliceridemia): ¿hay motivo de preocupación? ¿Cuáles son los riesgos para la salud?

 

Triglicéridos, ¿qué son? Grasas valiosas, pero... ¡cuidado con los niveles!

Los triglicéridos son grasas que circulan en el torrente sanguíneo, sintetizadas por las células intestinales y el hígado a partir de los alimentos que ingerimos -incluidos, en particular, los azúcares simples, el alcohol y las grasas animales- y transportadas en el plasma por las lipoproteínas, que las hacen llegar a los músculos, el corazón y el hígado para satisfacer sus necesidades energéticas. Los triglicéridos son, por tanto, grasas útiles en sí mismas, que nutren de energía a órganos importantes. Sin embargo, cuando hay demasiados triglicéridos en relación con las necesidades energéticas, en parte se almacenan en las células adiposas como reservas y en parte permanecen en la sangre.

Y si estas reservas no se utilizan, un exceso de triglicéridos en el tejido adiposo favorece el sobrepeso y la obesidad y, en la sangre, puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares: De hecho, no es de extrañar que la trigliceridemia se utilice para calcular el riesgo cardiovascular de cada individuo, ya que unos niveles elevados de triglicéridos favorecen la aterosclerosis, una enfermedad en la que las arterias se endurecen y estrechan debido a la acumulación de placas lipídicas (placas ateroscleróticas), obstruyendo el flujo sanguíneo y favoreciendo la aparición de trombos, accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio y enfermedades cardiovasculares.

Además, el exceso de triglicéridos, si no se controla, puede afectar negativamente a la salud del hígado y provocar trastornos pancreáticos.


Grasas saturadas e insaturadas, colesterol LDL y HDL: no todas las grasas son iguales

Sin embargo, para comprender mejor el papel de los triglicéridos para nuestra salud, conviene recordar que existen dos tipos de triglicéridos, en función del tipo de ácido graso que se une a la molécula de glicerol que los compone los ácidos grasos saturados, que proceden sobre todo de grasas animales como la carne, la mantequilla, el queso, la leche entera y los productos lácteos, y los ácidos grasos insaturados, que se encuentran sobre todo en aceites vegetales como el AOVE, el aceite de oliva y el aceite de semillas, en los frutos secos, las semillas oleaginosas y los pescados grasos como el salmón, la caballa y el atún.

Estos últimos se consideran beneficiosos para la salud, ya que ayudan a reducir los niveles de colesterol LDL, considerado «malo» por ser precursor de enfermedades cardiovasculares, y aumentan los niveles de HDL, el llamado colesterol «bueno», que en cambio desempeña funciones protectoras, además de energéticas, en favor de determinados órganos y tejidos.  El colesterol HDL y LDL, junto con el colesterol total, suelen estar entre los parámetros que se comprueban con un hemograma. Unos valores deseables de colesterol total inferiores a 200, junto con unos niveles de colesterol HDL superiores a 40 (en el caso de los hombres) y 45 (en el de las mujeres) y unos niveles de LDL inferiores a 100, disminuyen el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, beneficiando la salud.

Por eso es importante no sólo saber si tenemos demasiados triglicéridos en circulación, sino también cuál es la proporción entre triglicéridos y colesterol HDL: cuanto más baja sea, menos probabilidades tendremos de sufrir problemas cardiovasculares. Para calcularlo, basta con dividir el nivel de triglicéridos por el de colesterol HDL: el rango ideal es siempre inferior a 2.


Dieta, triglicéridos y peso-forma

Por tanto, una dieta desequilibrada, demasiado rica en azúcares y grasas saturadas, contribuye a aumentar los triglicéridos, al tiempo que incrementa el peso corporal y la distribución de la masa grasa en relación con la masa magra: de hecho, los niveles elevados de triglicéridos suelen asociarse a disfunciones metabólicas, como el sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, la relación entre el exceso de peso y el exceso de triglicéridos en la sangre (hipertrigliceridemia) suele subestimarse, sobre todo porque los niveles excesivamente altos de triglicéridos no se acompañan de síntomas evidentes, aparte de una sensación general de fatiga y un ligero entumecimiento de las extremidades, al menos hasta que decidimos hacer un hemograma, o hasta que el estado de salud se ve gravemente comprometido.

En cualquier caso, salvo en la hipertrigliceridemia debida a anomalías genéticas, el aumento de triglicéridos en sangre es consecuencia de una ingesta excesiva de calorías -en forma de hidratos de carbono y grasas- en la composición de nuestra dieta diaria; la hiperglucemia no controlada también puede provocar un aumento de triglicéridos, porque el hígado convierte el exceso de glucosa circulante en sangre en ácidos grasos.

De hecho, unos niveles elevados de triglicéridos (> 150 mg/dl) y un colesterol HDL bajo, junto con unos niveles elevados de glucemia (> 100 mg/dl) y de tensión arterial (≥ 130/85 mmHg), pero también un perímetro de cintura superior a 102 cm en los varones y superior a 88 cm en las mujeres, contribuyen a definir el síndrome metabólico, un conjunto de factores que conllevan un elevado aumento del riesgo cardiovascular.

Por lo tanto, la forma más inmediata, sencilla y eficaz de corregir estos factores y, en concreto, de reducir los niveles de triglicéridos, es precisamente cambiar la dieta recuperando nuestro peso ideal.

 

Consejos para reducir los niveles de triglicéridos cambiando la dieta y los hábitos

Para perder algunos kilos, quizá ganados en fiestas y festividades donde abundan los platos hipercalóricos y grasos, los vinos y los dulces tradicionales -pensemos en los excesos de la Semana Santa, pero también en el panettone en Navidad, y en los brindis generalizados... toda ocasión es buena para celebrar- situaciones que a menudo nos aportan un exceso de calorías y agrandan nuestra cintura, basta con recuperar la línea con unas sencillas reglas dietéticas y de estilo de vida:

  • Empecemos siempre las comidas con un plato de verduras frescas de temporada, preferiblemente crudas, que contribuyen a la saciedad y a la hidratación;
  • Consumamos fruta como tentempié, fuera de las comidas, prefiriendo las frutas menos ricas en azúcar: mejor limitar el consumo de higos, plátanos y uvas;
  • Combinemos las verduras con carne magra, pescado y proteínas vegetales (lentejas, por ejemplo, o alubias);
  • Reduzcamos al mínimo los alimentos que contengan grasas saturadas: carnes rojas, quesos y productos lácteos, embutidos;
  • Evitemos añadir sal y azúcar a los alimentos, y sustituyámoslos por especias y un chorrito de miel, rica en valiosos nutrientes, o un edulcorante natural;
  • Limitemos al máximo el consumo de vinos y licores ricos en calorías;
  • Abandonemos el tabaco, porque contribuye a endurecer las paredes de las arterias, haciéndolas menos elásticas y favoreciendo así la formación de placas ateroscleróticas en presencia de colesterol y triglicéridos elevados;
  • Intentar hacer algo de ejercicio sano todos los días, porque el sedentarismo es un enemigo: un consumo reducido de calorías favorece la acumulación de triglicéridos en los adipocitos y en la sangre.


Controlar la saciedad para adelgazar mejor: ayuda de los suplementos naturales

Además de un buen consejo, para reducir eficazmente los niveles de triglicéridos al tiempo que se adelgaza correctamente, puede ser útil emprender un curso de acción específico como una dieta baja en calorías y normo-proteica siguiendo el consejo de un dietista o nutricionista, apoyado también por suplementos que pueden ayudar a conseguir el resultado.

De hecho, existen nutracéuticos con fitoactivos naturales que actúan de forma combinada para combatir la hipertrigliceridemia de maneras diferentes pero sinérgicas.

¿Cómo? En primer lugar, favoreciendo la funcionalidad de los órganos encargados de la eliminación de toxinas e implicados en los procesos metabólicos, como el hígado, implicado en la formación de triglicéridos, gracias a fitoactivos detoxificantes y hepatoprotectores como el Cardo mariano, la Moringa, el Boldo y el Diente de león, depurativos y antigerminativos -Hinojo-, y favorecedores de la diuresis y la litiasis renal y biliar -Fillanto-. Una eficaz acción desintoxicante y drenante puede contribuir a un mejor funcionamiento del hígado y los riñones.

E, inmediatamente después, apoyar nuestra vía alimentaria, para hacerla más fácil y eficaz, gracias a algunos complementos especialmente formulados con fibras que aumentan la sensación de saciedad y moléculas vegetales con propiedades hipolipemiantes específicas: La berberina, que contribuye a la reducción de los triglicéridos y del colesterol al aumentar el número de receptores LDL hepáticos, también mejora la estabilidad de la glucemia; el glucomanano y ciertas fibras probióticas, al tiempo que contribuyen a aumentar la sensación de saciedad, ayudando a perder peso, también son capaces de ralentizar la absorción de hidratos de carbono y lípidos. Las fórmulas más innovadoras, enriquecidas con valiosos exosomas vegetales de ciertas frutas, también pueden ejercer acciones antioxidantes y antiinflamatorias en beneficio del bienestar de nuestro organismo.

Regresar al blog